CUÁNDO LLEGA TU HORA .........
Mariana era una anciana que vivía sola con su mejor amigo un perrito criollo llamado Luca y su nieta Liz ellos eran los únicos que la acompañaban todo el tiempo ya que sus hijos la habían dejado a su suerte.
Rara vez la visitaban, Mariana había enfermado
Al grado de ya no poder levantarse de su cama,
Una tarde mientras Liz aseaba la casa escucho que su abuela platicaba con alguien.
-– viejito que bueno que ya llegaste ahorita le digo a tu nieta que te sirva de comer.
Luca se puso inquieto y empezó a rasguñar la puerta de la recámara de Mariana.
Liz pensó que había escuchado mal y decidió preguntarle a su abuela:
––abue con quién estabas hablandó?
-con tu abuelo hija ya le serviste la comida de seguro viene cansado de tanto trabajar.
Liz no sabía que decirle
Estaba confundida pues su abuelo tenía años de haber fallecido.
Pasaron los días y Mariana mostró mejoría pero seguía extrañamente mencionando a seres queridos que ya habían fallecido Liz pensaba que su abuela ya alucinaba por la edad.
Una noche cuando Liz estaba apunto de acostarse a dormir escucho que Luca le ladraba desesperadamente a algo.liz pensó que tal vez era algún vecino y salió a ver qué pasaba Luca salió encarrerado y empezó a ladrarle a algo en aquella inmensa obscuridad.
En eso escucha que su abuela gritaba que no se quería ir que la dejarán en paz .
Liz corrió a ver a su abuela para tratar de calmarla.
-abue que pasa que tienes? Porque gritas quien te quiere llevar?
–tu abuelo mi mamá doña Lucía y mi hermano cuco quieren que me valla con ellos y yo no quiero hijita dile a todos esos que están afuera que se callen quiero dormir.
Liz empezaba a asustarse pues afuera no había nadie más que Luca ladrandole a la nada.
Luca se la paso ladrando toda la noche.
Al día siguiente Liz fue a la recámara de su abuela para avisarle que sus hijos habían venido a visitarla,
Pero Mariana no respondió había muerto durante la noche.
Luca todo el tiempo estubo ladrandole a los espíritus que rondaban la casa de Mariana y que solo el y su ama veían.
Cuenta la gente, que cuando están por morir algunas personas sus seres queridos fallecidos se hacen presentes y los acompañan hasta el final.
Un día creí que ya nada valdría la pena:
Desperté, creyendo que eso era todo, que ya no habían razones para sonreír otra vez. Un día me desperté creyendo que mi mundo se había convertido en un caos para siempre.
Por mucho tiempo lo intenté, te lo juro, salí de la oscuridad donde estaba, me di la oportunidad de vivir nuevas cosas, de conocer nuevos lugares y fui dejando atrás todo mi pasado.
Estaba llegado al punto máximo de todo, lo seguía intentando a pesar de que habían noches en las que no podía dormir de tanto pensar, seguía creyendo que nada estaba valiendo la pena.
Entonces volví a despertar, pero esta vez sintiéndome diferente, sintiéndome pleno, alto me había dicho que había cruzado las puertas del dolor y las había cerrado para siempre, que esta vez todo sería diferente y que debía confiar en lo que estaba pasando.
Dejé de cuestionarlo todo, deje de romperme a propósito de tanto pensar, dejé de permitir que la oscuridad me siguiera abrazando y abrí las ventanas de mi vida para que lo bueno entrara por todos lados.
A veces hay que llegar al límite, sentirnos vacío por completo para darnos cuenta que encerrarnos en nosotros mismos no es bueno cuando allá afuera hay gente esperando por nosotros.
Estaba siendo demasiado egoísta conmigo mismo, estaba cerrándome a todas las posibilidades del destino, estaba olvidando que los buenos amigos si existen y que yo, sinceramente estaba abandonándome a mi suerte.
Por eso, me pido perdón por todas las veces que me fallé creyendo que no iba a poder.
Querido yo, vamos a estar bien