Me siento, sin apurarme, pero sin demorarme, no quiero que piense que estoy loca por trabajar con él o que no me interesa. Estos minutos son los más delicados en una negociación.
—Muy bien, Alejandro. Es un placer conocerte —digo amablemente para romper el hielo.
—Te aseguro que el placer es todo mío, Margaret. He escuchado hablar mucho de ti.
No sé por qué sus palabras suenan como perturbadoras. No sé si es en serio o es un tono de burla. Además, tiene un dejo de… ¿Expectativa?
—Espero que todo sea bueno —contesto sin parecer agresiva, sino más bien jovial.
—Controversial, diría yo —contesta Alejandro.
Sus palabras me sacan de sitio. ¿Quién pudo hablarle de mí y contarle historias que me perjudiquen?
—¿Ser controversial es algo bueno para ti? —pregunto, tanteando la zona.
—Depende. Pero en esta situación, es algo bueno. Es lo que me ha traído aquí.
¡Perfecto! Esas son buenas noticias para mis intenciones. Pero… un momento. ¿Cómo la camarera sabe quién soy yo y qué me reuniría con el empresario?
—¿Tú me conoces? —pregunto sorprendida.
Alejandro sonríe abiertamente, su mirada es juguetona pero a la vez desafiante. ¿A qué está jugando?
—¡Excelente, Margaret! Suspicaz, como te pensé. No pierdo mi toque —comenta, mientras se toca la nariz—. En efecto, ya te había visto en una presentación y otra de mis conocidas también ha trabajado contigo.
Todas las alertas se encienden en mi cabeza. Conocida, pasado, historia, controversial. Seguro ya sabe sobre lo que ha sucedido en la editorial en la que trabajé. ¡Rayos!, no son buenos pronósticos.
¿Me levanto inmediatamente y me voy o espero y veo en dónde va a terminar todo este circo que ha comenzado?
Alejandro me extiende una copa con vino blanco, la tomó con delicadeza y con seguridad. Definitivamente, la segunda opción.
Marcelo Orlando 38 w
Adoro historias esta esta de mais.